Unas encías rojas o inflamadas son un claro síntoma de que existe un problema en tu boca. Generalmente estas señales indican que existe el riesgo de una infección de encías o de que la infección ya se produjo.
Entre las enfermedades de las encías, la infección es una de las principales. De hecho, está catalogada como uno de los problemas bucodentales más comunes y más subestimados. Sin embargo, la infección de encías puede generar afecciones más graves si no se trata oportunamente.
Cuidar y proteger tus encías es fundamental, no solo para la salud bucal si no también para tu salud integral.
Por un lado, las encías son las encargadas de recubrir los alvéolos dentarios. Es decir, recubren el área donde se encuentran insertadas las piezas dentales superiores. Por otro lado, también recubren la base de los dientes inferiores valiéndoles como sujeción.
Si las encías enferman toda la boca peligra. En ello radica la importancia de tener el debido cuidado con ellas, y de estar atento ante cualquier indicio de afección.
En caso de que detectes que tus encías tienen un color enrojecido, están blandas o sangran; o sientes algún diente flojo o la halitósis es continua, debes acudir a un dentista.
Debes tener en cuenta que la boca se encuentra plagada de diversas bacterias, y que además se mantiene en constante contacto con alimentos. Por lo que si no se realiza su adecuada limpieza, los residuos tienden a acumularse en los dientes formando lo que se conoce como sarro o placa dental, y provocando las afecciones más comunes.
Cuando la placa bacteriana se acumula sólidamente en dientes y encías, al punto de que el cepillo no puede eliminarla, esta comienza a insertarse entre las piezas dentales y su base, generando daños e inflamando las encías, esto es lo que se conoce como gingivitis.
En primera instancia se genera una leve inflamación que puede aliviarse con un correcto cepillado y el uso diario del hilo dental, en combinación con enjuagues antisépticos y una limpieza dental. No siempre ocasiona síntomas pero en ocasiones provoca sangrado o dolor de encías.
Si el sarro no se trata oportunamente, lo que comenzó como una leve inflamación puede convertirse en piorrea o periodontitis. Este segundo nivel de inflamación es preocupante, ya que el daño llega hasta la raíz del diente pudiendo alcanzar y destruir el hueso que lo sostiene, provocando así la caída de la pieza dental.
En este caso los daños ocasionados son irreversibles, por lo que se debe actuar rápidamente acudiendo al dentista, para evitar la pérdida masiva de piezas dentales (periodontitis avanzada).
Si las enfermedades de las encías no se tratan de forma oportuna, estas pueden avanzar y causar otros daños graves en tu cuerpo.
Una enfermedad de encías avanzada puede dañar el corazón, ya que las válvulas cardíacas pueden infectarse produciéndose una endocarditis bacteriana. Esto provoca que la sangre no circule normalmente, y cuando lo hace lleva consigo las bacterias a otras áreas, pudiendo afectar el hígado o los riñones.
Así mismo, el sistema inmunológico también puede verse afectado disminuyendo su función y dejando tu organismo indefenso ante otras infecciones.
Por otro lado, algunos estudios indican que el peso de las mujeres embarazadas que sufren de enfermedades de las encías disminuye, y que esto ocasiona una mayor incidencia de nacimientos prematuros.
El cuidado de las encías debe realizarse a diario, y debe iniciar desde pequeños.
Uno de los factores fundamentales es el cepillado. Debes cepillar tus dientes luego de cada comida, mínimo tres veces por día. El tiempo estimado de un cepillado adecuado es de dos minutos, para que puedas eliminar adecuadamente todos los residuos de alimentos. El cepillado no debe ser fuerte para evitar daños a las encías, pero sí debe ser continuo.
Se recomienda utilizar una pasta dental con flúor, este tipo de pasta ayuda a prevenir la caries y la sensibilidad dental, gracias a su propiedad antibacteriana.
Es recomendable que el cepillo de dientes sea de filamentos finos, suaves o medianamente suaves, para que puedan llegar a todas las áreas sin producir lesiones. Debes utilizar el cepillo inclinado en cuarenta y cinco grados entre los dientes y la encía, efectuando movimientos pequeños y circulares en cada una de las piezas dentales y haciendo énfasis en la unión entre ambos. Los expertos aconsejan cambiar el cepillo de dientes cada tres meses.
Como complemento de tu cepillado, puedes hacer uso del hilo dental y realizar el enjuague de tu boca con productos orales para tal fin.
También es importante que realices una limpieza profesional de tus dientes. Aunque lo recomendado es realizar una limpieza al año, es preferible realizarla cada seis meses si eres propenso a enfermedades bucales.
Así mismo, debes mantener una alimentación sana baja en azúcar, y evitar el exceso de café, vino, bebidas con colorante y fumar.
Ante cualquier síntoma de una infección como enrojecimiento o dolor de encías, acude a tu dentista. Una visita al dentista puede evitarte males mayores.
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